por David Gaset
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Un libro que cambiará para siempre su visión del mundo de la salud y la enfermedad.
La decadencia del estado del bienestar, un sistema sanitario que amenaza con extinguir la humanidad.
Extracto de la introducción del libro
“La vacunación, también llamada “el negocio del
envenenamiento de la sangre”, trata de estimular
artificialmente la producción de anticuerpos en el receptor, pero
la evidencia nos demuestra que eso no crea inmunidad, ya que
recuperarse de las enfermedades infecciosas no guarda relación
con el nivel de anticuerpos presentes en el organismo. Tras esa
estimulación artificial, las células del sistema inmune quedan
“dedicadas” al antígeno específico de la vacuna, siendo
incapaces de reaccionar ante otras infecciones y por tanto,
causando una disminución de nuestra capacidad de resistencia
inmunológica en general. Somos una sociedad inmunodeprimida
a causa del consumo de drogas, las fobias (los miedos), el abuso
de alcohol y tabaco, la contaminación del agua y de los
alimentos, las vacunas y los medicamentos (antibióticos,
antiinflamatorios, quimioterapia, transfusiones, derivados
sanguíneos…). Sólo en los Estados Unidos se gastan cada año
más de USD 30.000 millones en medicamentos prescritos y USD
50.000 millones en medicamentos no prescritos. Paralelamente,
y como veremos, las vacunas ponen en marcha algunos de
nuestros sistemas defensivos por periodos de tiempo demasiado
largos, causando graves lesiones al organismo, además de
provocar severas reacciones adversas y, a medio y/o largo plazo,
efectos secundarios que nos degradarán irremediablemente.
Entre estos efectos secundarios encontramos desórdenes
inmunológicos y neurológicos, tales como el autismo,
hiperactividad, desórdenes de déficit de atención, daños en los
nervios craneales (producirán ceguera, sordera, mudez y
dislexia), trastornos del apetito (anorexia y bulimia), alergias,
cáncer y otras muchas enfermedades que prácticamente no
existían antes de las campañas de vacunación sistemática. Si
ningún investigador, ni legal ni éticamente, ha podido exponer
individuos a la enfermedad, ¿cómo se supone por tanto, que se
haya podido demostrar clínicamente la efectividad de la
vacunación en la prevención de enfermedades? Ateniéndonos a
esta premisa, no ha podido demostrarse. Aunque, debido a que
los estudios a largo plazo sobre los efectos adversos de las
vacunas pueden considerarse inexistentes, el uso tan
generalizado, sin el consentimiento de personas debidamente
informadas, constituye, en sí mismo, experimentación médica y,
tal y como lo señalaran la Asociación Americana de Médicos y
Cirujanos y el Centro Nacional de info sobre las Vacunas,
esto significa una violación del primer principio del Código de
Núremberg, obra central de la bioética moderna.
Por tanto, atribuirle a las vacunas el mérito de la disminución
de la incidencia de las enfermedades, como mínimo, puede
considerarse un error. Esto fue avalado por un informe de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), donde se indicaba que
las tasas de mortalidad y enfermedad en los países del tercer
mundo no están directamente relacionadas con la vacunación o
con los tratamientos médicos, sino que se hallan estrechamente
vinculadas al estándar de higiene y alimentación, que incluye
mejoras en sanidad e higiene, en la alimentación, en las
tecnologías de conservación de los alimentos y en su aplicación,
en el transporte y el desarrollo de infraestructuras como son las
Estaciones de Tratamiento de Agua Potable (ETAP), en las redes
y sistemas de saneamiento y de alcantarillado, en las Estaciones
de Depuración de Aguas Residuales (EDAR) y, posiblemente,
guardan una estrecha relación con los ciclos naturales de las
enfermedades”.
Dicen que Bill Gates ni vacuna a sus hijas, que se vacunen s sí mismos están, como los ricos que no mandan a sus hijos al servicio militar sino que cogen a muchachos pobres como carne de cañón o chivos expiatorios. Nos están borrando del mapa.
Gracias por la hilo, te añadi a favoritos, adios