Supongan que el gobierno les dijera que están cayendo rayos misteriosos del cielo y que tienen dos opciones: 1-Encerrarse voluntariamente para no morir por uno de esos misteriosos rayos, 2-Salir siempre con un paraguas abierto, que es la mejor prevención en caso de que les caiga uno de esos rayos. El gobierno no les dice que solo hay una probabilidad infinitesimal de que un rayo de esos los llegue a matar, pero sí les dice que quien esté afuera sin paraguas recibirá una gran multa o de 4 a 10 años de cárcel. También, por su propia seguridad, el gobierno decreta toques de queda y días en que pueden salir de compras, además les impide trabajar, para salvarlos de los rayos. Entre tanto, ustedes pierden todos sus ahorros, sus negocios se van a la quiebra, su salud se deteriora y todo su vida social y familiar desaparece, ya que si se juntan más de dos personas, según el gobierno, es más probable que les caiga un rayo.
¿Saldrían ustedes fielmente de paraguas y acatarían todas las órdenes del gobierno o se cuestionarían todas estas “verdades” que les están arruinando la vida y la salud? ¿Romperían los paraguas y saldrían en masa a protestar y a comprobar por su cuenta si en verdad les va a caer un rayo en vez de creer ciegamente en los rayos del gobierno? ¿No pensarían que los quieren manipular, controlar, enfermar y si se puede, dejarlos morir de hambre? Y, si finalmente el gobierno les dijera que los rayos carecerán de efecto si se aplican una vacuna antirrayos, ¿se dejarían vacunar?
Ya se preguntarán, ¿y los muertos por los rayos? Bueno, ¡jamás se les practicó ninguna autopsia y la prueba para saber si murieron por los rayos solo daba falsos positivos!
Ahora que han leído esta historia metafórica, pueden decidir qué hacer con su paraguas y si van a seguir encerrados para evadir ese misterioso y letal rayo.