Día XI del arresto: ¡Bienvenidos al fascismo!
Mientras que científicos e investigadores de todo el mundo se cuestionan la realidad de esta “pandemia” como una manipulación de estadísticas y de pruebas de coronavirus que no prueban nada y muertos asignados por decreto al virus, lo peor del sistema capitalista ha salido a flote. Su falsa democracia de repente se ha convertido en un autoritarismo fascista que aunque siempre había estado allí, la gente no lo notaba porque era un fascismo “suave”. Ahora que el fascismo sacó todas sus garras, la gente engañada por el bombardeo de propaganda no se atreve a chistar ante la pérdida de todos sus derechos. El estado nos ha quitado hasta el derecho a decidir cómo preservar nuestra salud y como si fuéramos niños pequeños, decide encerrarnos en nuestras casas “por nuestro propio bien”.
En uno de los tantos pueblos de Boyacá, el alcalde se ha convertido en el jefe de la Gestapo local, dictando órdenes absurdas, como restringir aún más el movimiento de la gente con una fórmula de “pico y cédula” que no respondía a ninguna necesidad, ya que las tiendas y los mercados permanecían casi vacíos. Para complementar, se tomó el derecho de apropiarse del mercado del sábado y trasladarlo a un sitio donde pueda controlar la entrada de gente a la vez que la fumiga para que el fantasma del virus que no ha llegado muera aunque no exista.
La gente ha internalizado su propia pérdida de libertades y de la noche a la mañana adquirido mentalidad de esclavos, obedeciendo ciegamente reglas anormales y creyendo noticias manipuladas que les crean tanto terror mental, que no se atreven a cuestionarlas.
Las noticias son 24/7 acerca de un virus, mientras la gente permanece encerrada y el país se desmorona, la gente pierde sus trabajos, sus negocios y la verdadera pandemia es la que está creando el gobierno con el encierro. Un encierro y un falsa pandemia para ofrecer después la salvación: una vacuna inútil y peligrosa que enfermará a miles y podrá matar millones a largo plazo.
¿Desde cuándo están preocupados por nuestra salud aquellos mismos que han asesinado a miles de colombianos, desplazado a millones y llegado al poder con unas elecciones fraudulentas? ¿Por qué no les preocupó nunca la contaminación del aire que mataba a cientos de miles, ni el asesinato en masa de líderes sociales, o los niños muertos de hambre en cada rincón del país, pero de pronto un mero virus paraliza a todo un país, poniendo en peligro miles de vidas por falta de recursos para aguantar este encierro?
Es claro que este fue un virus orquestado para destruir el tejido social, acabar con las protestas contra un sistema regido por asesinos y narcotraficantes y reducir la población a una condición muy parecida a la esclavitud o el vasallaje.
¿Dede cuándo un presidente, un gobernador o un alcalde tenía derecho a arrestarnos por unas cifras manipuladas por la corrupta Organización Mundial de la Salud?
Ahí tienen la radiografía de su capitalismo y de sus dirigentes: El sistema se llama fascismo y sus dirigentes son cómplices del mismo, desde el títere Iván Duque, hasta los seudo-opositores, Gustavo Petro, Jorge Robledo, Claudia López, que en el momento de los arrestos masivos e injustificados no solo no protestaron contra ellos sino que hasta los apoyaron. Aquí no hay izquierda solo una gran derecha que se reparte el poder a su acomodo y que nos clava el cuchillo cada vez que puede.
La frase de la Pola en el cadalso viene más a colación hoy que nunca:
¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conociérais el precio de la libertad! Pero no es tarde: ved que ―aunque mujer y joven― me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más.
Policarpa en el cadalso, llena de valor hasta el último segundo.
El indolente pueblo todavía no conoce el precio de la libertad. Prefiere quedarse en su casa viendo Netflix en vez de estar leyendo o investigando cómo los están engañando para tenerlos como ovejas en sus corrales, pasivas, amaestradas, dóciles. Y, recuerden, si mueren en medio de este encierro, no se les olvide que los encerraron para salvarlos. Aquí nadie tiene el valor ni de enfrentar un virus porque no sabe que tiene un sistema inmunológico y que dentro del mismo cuerpo humano hay más de 380 trillones de virus. El virus no es el enemigo, el enemigo es el manipulador de virus y conciencias, empezando por los sistemas de salud, nacionales y mundiales cuya única función consiste en matarnos lo antes posible, ya sean encerrándonos o vacunándonos. No hay virus de qué protegerse: Los verdaderos enemigos son los que los mantienen encerrados, atemorizados, les están destruyendo el placer de vivir con un bombardeo de muertos que no aparecen en los hospitales, solo en los noticieros. Ya es hora de despertar o cuando se den cuenta de que fueron vacunados e infectados, ya será demasiado tarde.