por Norma Erickson, defensora del consumidor médico

Durante el año 2020 la sociedad se ha puesto patas arriba por la respuesta de los funcionarios de salud del gobierno a la “pandemia de COVID 19”. Miles de millones de personas están siendo testigos de cómo sus vidas, antes productivas, descienden al caos como resultado de los cierres, el distanciamiento social y las exigencias de usar mascarillas. Ninguna de estas medidas parece tener mucho impacto en la progresión de la enfermedad o en la mortalidad. Sin embargo, las fuentes oficiales siguen emitiendo advertencias graves y medidas draconianas adicionales para “detener la propagación”.

Mientras tanto, los ciudadanos de todo el mundo se preguntan si hay alguna posibilidad de volver a la normalidad. Sus vidas y las de sus familias dependen de ello. La gran mayoría de ellos están dispuestos a hacer lo que sea para ayudar a todos a volver a sus vidas previamente productivas. La gente quiere saber qué puede hacer para lograr este objetivo.

El problema es que nadie parece ser capaz de explicar cómo llegamos a este punto o qué hacer para restaurar las operaciones normales. Para determinar cómo proceder, hay que entender cómo llegamos aquí. Echemos un vistazo a las políticas de vacunación anteriores.

Formulación de las políticas de vacunación

A lo largo de la historia las vacunas se han promovido bajo la bandera de la salud pública y la seguridad. Los funcionarios del gobierno creían que estaban cuidando a sus ciudadanos asegurándose de que las vacunas fueran aprobadas para combatir las enfermedades que representaban una amenaza sustancial para aquellos a quienes fueron elegidos, o nombrados, para servir. Se aseguraba al público que sólo se aprobarían para uso general las vacunas que se demostrara que eran seguras y eficaces.

Todas estas promesas dieron a los padres una cierta sensación de seguridad. La mayoría de los padres continuaron con su negocio de ganarse la vida y criar a sus familias, seguros de que las agencias gubernamentales protegerían a sus hijos de algunas de las enfermedades más temidas de la vida.

Inicialmente, todo parecía ir razonablemente bien. Los padres de todo el mundo confiaban en que sus hijos ya no tendrían que sufrir los efectos debilitantes de la poliomielitis, el tétano, la fiebre tifoidea, la difteria, el sarampión, las paperas y la rubéola. La mayoría de los padres estaban más que felices de que se les quitara este peso de encima.

Desafortunadamente, no todo resultó como se había prometido. Algunos niños sufrieron reacciones severas después de la administración de estas vacunas supuestamente seguras, asequibles, necesarias y efectivas. Los padres confiaron cada vez más en el sistema judicial para ayudar a pagar las crecientes facturas médicas y obtener justicia para sus hijos heridos.

En lugar de detener los programas de vacunación para averiguar qué estaba fallando, los fabricantes de vacunas eligieron ir al Congreso y amenazar con dejar de producir vacunas infantiles porque había demasiada responsabilidad involucrada. Esto fue suficiente para infundir miedo en los corazones de los políticos. Nadie quería correr el riesgo de ser culpado por un resurgimiento de enfermedades infantiles “mortales”.

Así que, en 1986, el Congreso aprobó el Programa Nacional de Compensación de Lesiones por Vacunas Infantiles, eliminando virtualmente la responsabilidad de los fabricantes. Durante los siguientes quince años, se añadieron al programa de vacunación infantil vacunas para siete enfermedades más: Hib, Hepatitis B, Varicela, Rotavirus, Hepatitis A, Neumococo e Influenza. Muchas de estas vacunas requirieron múltiples dosis. Las vacunas se convirtieron en un beneficio considerable para el balance final de las farmacéuticas.

Los fabricantes se dieron cuenta de que los padres solo someterían a sus hijos a un número limitado de inyecciones, por lo que buscaron formas alternativas de ampliar el mercado. En 2005, se recomendó un refuerzo de Tdap para los preadolescentes. A esto siguió rápidamente en 2006 una recomendación de vacunas contra el VPH que podían administrarse a partir de los 11 años de edad, nuevamente en dosis múltiples.

Esto resultó ser un gran error. Antes de recomendar las vacunas para los adolescentes, los receptores de las vacunas habían sido niños que eran principalmente demasiado jóvenes para explicar cómo se sentían después de la inyección o lo suficientemente mayores para que cualquier preocupación sobre los efectos secundarios pudiera descartarse como los efectos de la vejez y/o la senilidad. Los adolescentes y los adultos jóvenes presentaban un nuevo problema. Eran lo suficientemente mayores para tener un historial de salud y perfectamente capaces de explicar lo que sucedía en sus cuerpos cuando experimentaban reacciones adversas.

Los informes de eventos adversos comenzaron a llegar a un ritmo sin precedentes. Todos los países en los que se utilizaban las vacunas contra el VPH comenzaron a recibir informes de eventos graves, que amenazaban la vida y a veces muertes inexplicables después de la administración de las nuevas vacunas contra el VPH. Después de menos de diez años en el mercado, los informes de lesiones por la vacuna contra el VPH representaban casi el 25% de toda la base de datos del VAERS de los EE.UU. Este no fue un logro pequeño, considerando el hecho de que la base de datos del sistema de reporte de eventos adversos de la vacuna se había establecido décadas antes de la aprobación de las vacunas contra el VPH por parte de la FDA.

A pesar de todos los esfuerzos de las partes interesadas en la vacuna contra el VPH para minimizar el problema, los sobrevivientes de la vacuna contra el VPH y sus padres continuaron hablando. Establecieron redes en las que podían comunicarse entre sí porque era evidente que ninguna de las partes interesadas en la vacuna les escucharía. No pasó mucho tiempo para que estas redes dieran la vuelta al mundo.

Los científicos y los profesionales médicos comenzaron a ver que había un problema y a tratar de encontrar respuestas. ¿Quién era más susceptible a las reacciones adversas? ¿Por qué algunos receptores sufrían tanto cuando otros estaban aparentemente ilesos? ¿Había alguna manera de determinar si las nuevas condiciones médicas eran reacciones adversas a la vacuna? Casi todos los profesionales que investigaron estas preguntas fueron condenados al ostracismo por sus pares.

Las iniciativas de litigio comenzaron en múltiples países. Sin embargo, estos litigios tenían una gran ventaja sobre los casos anteriores de lesiones por vacunas. Por primera vez en la historia, los bufetes de abogados de todo el mundo compartieron información entre sí. Si alguien necesitaba datos o un testigo experto, varios otros bufetes estaban listos, dispuestos y capacitados para proporcionar cualquier información que tuvieran para ayudar a los sobrevivientes de la vacuna contra el VPH y sus familias a obtener justicia.

Por primera vez en la historia, los fabricantes de vacunas y las partes interesadas se enfrentaron a un retroceso mundial. No importaba lo que hicieran, las protestas no desaparecerían.

A pesar de la campaña mundial contra la administración continuada de vacunas contra el VPH, las partes interesadas en la vacuna solicitaron y obtuvieron permiso para añadir una vacuna contra el meningococo al calendario recomendado por los CDC en 2014.

¿Qué no va bien con esta imagen?

El complejo industrial médico no tuvo en cuenta que las “nuevas condiciones médicas” que se produjeron después de la administración de la vacuna podrían estar relacionadas con las inyecciones recientes. El complejo industrial médico no intentó determinar quién podría ser susceptible de sufrir reacciones adversas graves y por qué. El complejo industrial médico no desarrolló criterios de diagnóstico estandarizados para las condiciones autoinmunes que son comunes y pueden ocurrir meses, o incluso años, después de la administración de la vacuna. Sin criterios diagnósticos estandarizados, es casi imposible desarrollar protocolos de tratamiento eficaces.

En cambio, los interesados en la vacuna optaron por marginar, ridiculizar y vilipendiar a quienes sufrieron después de la administración de la vacuna. Términos como ‘psicógeno, histeria colectiva, todo en la cabeza, síntomas falsos para llamar la atención, y así sucesivamente’ se volvieron demasiado comunes.

Usar tácticas como esta para ignorar a los que sufren y sí, incluso morir después de la administración de la vacuna es nada más ni menos que un crimen contra la humanidad.

Durante décadas, los padres y los defensores lucharon para cambiar esta situación. Pequeñas batallas fueron ganadas en el camino, pero la guerra continuó. Los accionistas en las vacunas parecían ser intocables.

Los padres que trataban de restaurar la salud de sus hijos se desesperaron. Aprendieron a hacer sus propias investigaciones, descubrir los hechos y actuar en consecuencia. Ahora, los padres parecen tener la ventaja. Tienen acceso a la ciencia. Cuando se mantienen unidos, tienen una cantidad fenomenal de fuerza.

La evidencia es clara – los interesados en la vacuna tienen miedo. De lo contrario, no habría ningún esfuerzo para censurar los debates científicos abiertos. No habría ningún esfuerzo para silenciar a aquellos con preguntas honestas sobre las vacunas. No habría ningún esfuerzo para ocultar los datos en bruto de los ensayos clínicos. La transparencia sería la regla del día. Los científicos y los profesionales médicos no serían marginados o castigados por hacer su trabajo.

¿Estamos en medio de un cambio de paradigma?

Según Malcolm Gladwell, el “punto de inflexión” es “ese momento mágico en el que una idea, tendencia o comportamiento social cruza un umbral, se inclina y se extiende como un incendio forestal”. (Crossman)

Históricamente hablando, los paradigmas cambian dramáticamente cuando el 10% de la población general cambia de opinión. Este fenómeno se ha llamado “alcanzar el punto de inflexión”. No solo se ha alcanzado ese punto de inflexión, sino que la evidencia que sigue indica que este proverbial “punto de inflexión” se alcanzó hace bastante tiempo.
En 2018, el Wellcome Trust publicó el “Wellcome Global Monitor”. Este fue el primer estudio realizado para determinar las actitudes públicas hacia la ciencia y la salud en todo el mundo. El capítulo 5 de esta publicación se centró en la opinión pública con respecto a la seguridad, eficacia y utilidad de las vacunas.

Echemos un vistazo a lo que su estudio reveló.

Tabla, encuesta `por países de personas que Están completamente de acuerdo (amarillo), Parte en acuerdo (negro), Ni en acuerdo ni desacuerdo (azul), “Parcialmente en desacuerdo” (verde), Completamente en desacuerdo (rosado) oSin opinión (azul claro) con la afirmación: Las vacunas son seguras.

Tabla, encuesta `por países de personas que Están completamente de acuerdo (amarillo), Parte en acuerdo (negro), Ni en acuerdo ni desacuerdo (azul), “Parcialmente en desacuerdo” (verde), Completamente en desacuerdo (rosado) oSin opinión (azul claro) con la afirmación: Las vacunas son eficaces.

Es dolorosamente obvio para el observador más casual según las respuestas en estos gráficos, el Wellcome Trust descubrió que las ruedas del tren de ingresos de las vacunas estaban un poco tambaleantes. ¿Qué hicieron los accionistas en las vacunas con esta información?

¿Dieron un paso atrás y dijeron: “Tal vez tenemos un problema con algunas de nuestras vacunas o políticas de vacunación. Tal vez deberíamos examinar la situación un poco más de cerca. Tal vez necesitamos averiguar por qué algunas personas parecen ser más susceptibles a las reacciones adversas que otras. Tal vez necesitamos considerar la eliminación de los individuos susceptibles de futuras campañas de vacunación”.

¡No! No lo hicieron. Aparentemente, decidieron hacer un último esfuerzo para mantener su tren de ingresos de vacunas en marcha.

¿Podría el actual pánico por el coronavirus ser ese “último esfuerzo desesperado”?

Echen un vistazo objetivo a la situación en la que estamos ahora mismo. La gran mayoría de las personas en todo el mundo están secuestradas en sus casas por miedo a un virus que se cobra la vida de menos del 1% de los infectados. El estado de derecho y los derechos constitucionales, sin mencionar los derechos humanos básicos, han sido suspendidos en todo el mundo por primera vez en la historia de la humanidad. Los funcionarios gubernamentales están decidiendo qué negocios y actividades son esenciales y ordenando a todos los demás que cierren para tratar de limitar la propagación de este virus.

Aparentemente, el virus puede mantenerse fuera de algunos negocios mientras que invade sin piedad los establecimientos que no tienen varios millones de dólares en activos. Se nos ordena usar máscaras y mantener el distanciamiento social para ayudar a “aplanar la curva”. En todo el mundo, a las familias de ingresos medios y bajos se les dice que hagan su parte quedándose en casa mientras los funcionarios del gobierno llevan a cabo sus negocios como de costumbre. Millones de familias en todo el mundo se enfrentan a la perspectiva muy real de la ruina financiera mientras que los que emiten estas órdenes draconianas siguen recibiendo sus salarios y beneficios normales.

Se nos dice que estas condiciones continuarán hasta que se desarrolle una vacuna para una variante de un virus que se ha estudiado desde los años 60 sin que haya ninguna vacuna. Con toda probabilidad, cuando se desarrolle una vacuna no será efectiva porque los virus mutan muy rápidamente. Sin embargo, se nos dice que la única solución a esta “crisis” es vacunar prácticamente a todo el mundo con vacunas experimentales de rápida aplicación.

Aunque este panorama parece sombrío, hay otra perspectiva que debe ser entendida. Todas estas escandalosas medidas draconianas han abierto los ojos de la gente en todo el mundo. Están buscando respuestas. Quieren la verdad y no aceptarán nada menos.

Los pioneros que vinieron antes que nosotros llevaron al mundo al punto de inflexión. El miedo al virus corona convirtió ese punto de inflexión en un tsunami global de preguntas sobre vacunas y políticas de vacunación.

El público en general está ahora haciendo preguntas que ni siquiera soñaba hacer hace unos meses y exigiendo respuestas a esas preguntas.

¿A dónde vamos desde este punto?

El primer paso es asegurarse de que la gente reciba respuestas honestas basadas en la ciencia a sus preguntas. En última instancia, lo que el público haga con esas respuestas depende de ellos.

La sociedad en su conjunto está en un precipicio. Hay dos direcciones en las que la gente puede ir. Pueden elegir sucumbir al miedo y condenar al mundo a vivir en las condiciones creadas por ese miedo; O pueden elegir mantenerse unidos y construir un mundo donde el miedo manufacturado no tenga cabida.

El mundo que dejamos a nuestros descendientes depende de las elecciones que hacemos como individuos en este momento. ¿Sucumbimos al miedo o aprovechamos este momento mágico en el tiempo para crear un mundo donde las generaciones venideras puedan sobrevivir y prosperar?

Imaginen las posibilidades. Estando hombro con hombro podemos crear un mundo en el que:

• Cada familia afectada por una lesión causada por la vacuna tenga una red de apoyo internacional
• Cada país tiene una organización que “sigue el dinero” y que muestra quiénes son los destinatarios
• No se pueden publicar artículos científicos sin revelar todos los datos en bruto y todas las fuentes de financiación
• Los debates científicos y médicos están abiertos al público
• La censura no está permitida
• Las compañías farmacéuticas son responsables de la seguridad y eficacia de todos los productos que fabrican.
• Los gobiernos y los organismos gubernamentales no están autorizados a tomar decisiones médicas para sus electores
• Se prohíbe a los fabricantes farmacéuticos proporcionar fondos a las instituciones educativas
• El complejo industrial médico tiene prohibido formar asociaciones público-privadas
• No se permite la influencia de las empresas en los departamentos de salud pública
• Si un descubrimiento se hace con fondos públicos, los ingresos de las patentes regresan a los contribuyentes.
• La FDA es responsable del suministro de alimentos solamente
• Una organización de expertos independientes tiene la responsabilidad de examinar los medicamentos, los productos biológicos y los dispositivos médicos para certificar que son seguros, asequibles, necesarios y eficaces.
• Los profesionales médicos están autorizados a cuidar de cada uno de sus pacientes como individuos usando cualquier opción de tratamiento que consideren mejor para ese paciente.
• Las escuelas son para la educación, no para las intervenciones médicas
• Hay un equipo internacional de abogados para proteger a los denunciantes en toda la extensión de la ley
• Hay un límite en la cantidad de fondos públicos que las instituciones o individuos pueden recibir en un año determinado
• Cualquier nueva afección médica que ocurra después de la vacunación se registra como un posible efecto secundario
• Se imponen sanciones económicas por no informar de las sospechas de reacciones adversas
• Hay una red internacional de médicos que desarrollan criterios de diagnóstico estándar
• Hay una red internacional de médicos que están desarrollando protocolos de tratamiento exitosos
• Hay una red internacional de científicos que examinan la salud y las cuestiones relacionadas con la salud
• Los mandatos médicos son ilegales
• Las opciones médicas son entre usted y su proveedor
• El consentimiento informado es obligatorio para todas las intervenciones médicas, incluidas las vacunas

Esto no puede ser logrado por una sola organización. Tal vez no pueda hacerse por medio de varias organizaciones. Pero si todos los que se preocupan por el actual complejo industrial médico se unen y se apoyan unos a otros – ¡Se puede crear un NUEVO PARADIGMA!

Recuerden concentrarse en la creación. La destrucción no tiene lugar en nuestro mundo.

Las industrias que se nieguen a respetar, proteger y preservar la vida humana simplemente se volverán obsoletas bajo el nuevo paradigma. Poner las ganancias antes que la gente ya no será tolerado.

The time has come to let the pharmaceutical industry know we will not go quietly into the night.

Life after COVID 19: Where do we go from here?