Estaba en todas las noticias, 24/7, el mismo presidente, acompañado por un grupo estático de zombis le había hablado claramente a la nación para mayor confusión. A partir de la fecha tal, todo el mundo quedaría confinado en su casa, si es que la tenía, para evitar el contagio con un horrible virus que no supo explicar en qué consistía, pero que muchos “expertos” aseguraban que era letal. De un testigo presencial:

Estaba rodeado de gente de apariencia monstruosa. A su izquierda, una mujer parpadeaba sin cesar, y a su derecha una mujer con cara de sepulturero mantenía siempre la misma expresión, como si estuviera momificada.

…otra gente que vio la charla, salió espantada tras la misma…:

Dice que nos van a encerrar y el único crimen que hemos cometido es existir. Dizque encerrarnos para que no nos ataque un virus, como si los virus respetaran las puertas de las casas. Todo el mundo anda paranoico, cubriéndose la boca y mirando a los demás con desconfianza.

El presidente terminó su alocución, aunque él no sabía qué era un virus y mucho menos tenía experiencia médica, al final dijo que todo el mundo sería encerrado por su propio bien. ¿50 millones de personas encarceladas para que no les diera la gripe? Claro, había que asustarlos primero con muertes infladas de otros países, hablarles por la tele 24/7 del horrible peligro que enfrentaban, hasta que mucha gente comenzó a suplicar que por favor los detuvieran en sus casas. Ni a Kafka se le hubiera podido ocurrir mejor trama. Un virus invisible, el equivalente de un fantasma medieval, con su solo nombre ya mandaban a temblar a los hombres y a rezar a muchas mujeres. Después de su alocución, el presidente se sentó con la sepulturera y demás consejeros para felicitarlos de cómo habían hecho tan buen papel con su cara de pánico, que la gente ya estaba en sus casas, alabando a su salvador de un virus que nunca habría de llegar.